Ahora que recuerdo, no veia esas fotos hace mucho tiempo, la coloracion del papel estaba desapareciendo, el castaño de sus ojos estaba tornándose en un triste sepia. Creo que fue hace 18 años... en un pequeño cafetín del corazón de la ciudad, nos retratamos esa tarde visperas de navidad. El bullicio del mercado y de los vendedores desaparecia al cruzar el umbral, al interior de las ventanas del café solo escuchaba unas delicadas notas de bajo. En la imagen detenida en el tiempo nos veiamos distintos, viejos, con el tiempo en la piel y en los ojos los sueños empecinados del pasado, apesadumbrados por el devenir irrefrenable de recuerdos.
Sin embargo algo pasó...minutos despues de mirar detenidamente la imagen no reconocia el lugar, me resultaba dificil comprender con quién estaba y por qué, inclusive veía como se desdibujaba el contorno de mi persona. La fotografía completa desapareció en mis manos, el viejo álbum repleto de instantes se esfumó sin dejar el mínimo rastro. El pasado ha dejado de existir. Quizás esta foto nunca se tomó, tal vez nunca existió, es la eterna y triste paradoja del fotógrafo... viivir en imágenes que nunca han existido. Por eso hoy prefiero tomar fotografias no para construir un pasado sino como augurio del futuro. Tú sabes por que lo digo. Ahora que recuerdo....no...prefiero no recordar.
ESMERALDA
Estaba profunda, eso pensó su madre arropándola con la vieja frazada. Por el verde intenso de sus ojos la llamaron Esmeralda, estaba feliz, los dulces y tarjetas de navidad que logró vender en la nochebuena eran suficientes para comprarles un pollo con plátano y papa salada a su familia. Ella, su madre y sus cinco hermanos podrían comer una cena decente al menos esta noche. Como cualquier niña de nueve años, deseaba una muñeca que vio en un aviso de prensa, en la página del periódico también estaba la noticia de un joven empresario taiwanés que se suicidó por el descubrimiento de plomo en las muñecas que fabricaban y que estaban por todo el mundo. Esa noche Esmeralda durmió con una enorme sonrisa, guardó el secreto durante dos meses, ahorró a escondidas de su madre de la venta de sus dulces para poder comprar a Tiffany, una linda muñeca que lucia unos ojos verdes muy similares a los de su dueña. La abrazó durante toda la noche, pensando en lo mejor que seria el otro año para ella y su familia, sin embargo el plomo presente en la pintura de la muñeca que inhaló por mas de diez horas ya estaba en su sangre. Ahora Pedro de ocho años era el mayor y debía tomar las riendas del hogar.
EL ASADO
El olor a carne ahumada alborotó a los perros callejeros, los pequeños trozos que quedaron fueron lanzados a la camada liderada por Sultán, uno de los canes mas odiados por los vecinos, sus ladridos insistentes y sus expresiones de cariño a las diminutas french poodle incomodaban a mas de una testiga de Jehova del sector.
Esa mañana los habitanters del barrio La Tejita hicieron la enorme fila por conseguir la apetecida porción de carne con sus respectivas papas saladas y plátano maduro. Era ya una tradición en este barrio popular del sur de la ciudad, que se hiciera un asado a comienzos de enero para festejar al recién elegido senador. El banquete era organizado por el político y su familia que vivían en el barrio hace muchos años.
El senador XXXXX, honorable representante de la comunidad, en medio del bullicio y la comida, recibió una llamada a su teléfono celular que cambió su semblante, se dirigió a uno de sus guardaespaldas, le comentó algo al oido y de forma inmediata cuatro gigantes bien entrenados se montaron en las enormes camionetas blindadas y salieron levantando el polvo donde Sultán y Killer tiraban de un pedazo de carne.
Un par de horas después, cuando ya los vecinos se habian terminado el festín, los gigantes llegaron con una paquete pequeño en las manos, lo ofrecieron al senador, quién inmediatamente lo abrió y miró con detenimiento, parecian unas fotos que al político le causaban cierta gracia, las arrojó a las cenizas de la hoguera, que horas antes estaba colmada de carne para el regocijo de la comunidad. Sultán y Killer husmeaban frenéticos el platón de una de las camionetas hasta que una piedra lanzada, atinó en uno de lo ojos de Killer y los hizo huir de la escena.
-...Ya se encargaron de eso...? preguntó el Senador.
- Claro que si Señor......ya tenemos todo arreglado...
-...Y el paquete grande...?
- Pues mi Senador...creo que debe darles la buena noticia a sus seguidores...
...mañana haremos otro asado.
Al otro día mientras el Senador departía en compañia de sus guardaespaldas con whisky barato, los vecinos brindaban con cerveza y lanzaban fuertes mordiscos a sendos trozos del nuevo banquete, las risas de los habitantes se mezclaban con los ladridos de los juguetones Sultan y Killer, que corrian dichosos con un envidiable pedazo de carne.Oculta bajo la gran camioneta, la pequeña french poodle engullia feliz una pequeña oreja humana.
Esa mañana los habitanters del barrio La Tejita hicieron la enorme fila por conseguir la apetecida porción de carne con sus respectivas papas saladas y plátano maduro. Era ya una tradición en este barrio popular del sur de la ciudad, que se hiciera un asado a comienzos de enero para festejar al recién elegido senador. El banquete era organizado por el político y su familia que vivían en el barrio hace muchos años.
El senador XXXXX, honorable representante de la comunidad, en medio del bullicio y la comida, recibió una llamada a su teléfono celular que cambió su semblante, se dirigió a uno de sus guardaespaldas, le comentó algo al oido y de forma inmediata cuatro gigantes bien entrenados se montaron en las enormes camionetas blindadas y salieron levantando el polvo donde Sultán y Killer tiraban de un pedazo de carne.
Un par de horas después, cuando ya los vecinos se habian terminado el festín, los gigantes llegaron con una paquete pequeño en las manos, lo ofrecieron al senador, quién inmediatamente lo abrió y miró con detenimiento, parecian unas fotos que al político le causaban cierta gracia, las arrojó a las cenizas de la hoguera, que horas antes estaba colmada de carne para el regocijo de la comunidad. Sultán y Killer husmeaban frenéticos el platón de una de las camionetas hasta que una piedra lanzada, atinó en uno de lo ojos de Killer y los hizo huir de la escena.
-...Ya se encargaron de eso...? preguntó el Senador.
- Claro que si Señor......ya tenemos todo arreglado...
-...Y el paquete grande...?
- Pues mi Senador...creo que debe darles la buena noticia a sus seguidores...
...mañana haremos otro asado.
Al otro día mientras el Senador departía en compañia de sus guardaespaldas con whisky barato, los vecinos brindaban con cerveza y lanzaban fuertes mordiscos a sendos trozos del nuevo banquete, las risas de los habitantes se mezclaban con los ladridos de los juguetones Sultan y Killer, que corrian dichosos con un envidiable pedazo de carne.Oculta bajo la gran camioneta, la pequeña french poodle engullia feliz una pequeña oreja humana.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)